Socialismo, Comunismo…y los intelectuales. Parte 3 (por Jan Doxrud)
Otro autor que aborda el concepto de comunismo es Jean-Luc Nancy, quien a lo largo de su exposición, insisteen entender el comunismo en el sentido de “comunidad”, la idea de que los seres humanos no son entes aislados sino que se relacionan e intercambian unos con otros. Esto no tiene nada de novedoso y no se necesita ser comunista para aceptar el enfoque sistémico de la sociedad. Pero luego comienza la jerga filosófica cuando Nancy señala que el comunismo es
“el acto del habla de la existencia, como ontológicamente es estar en común. Este acto del habla reivindica (reclama) la verdad ontológica de lo común, vale decir, la relación que, en última instancia, no es otra cosa que el sentido”[1].
Nancy también intenta desvincular el comunismo de las amargas experiencias de las dictaduras comunistas del pasado. Para el pensador francés, el comunismo debería carecer de ese “ismo” y mantenerse fuera del peligro de transformarse en una ideología. Al parecer, purificando al comunismo de todos sus males podemos quedarnos con su esencia, su verdadero significado, un comunismo sin “ismo”, es decir, lo “común” que significa, para Nancy, el “espacio, dar espacio, distancia y proximidad, separación y encuentro”[2]. Pero Nancy, no contento con esta oscura explicación, remata con las siguientes palabras:
“Pero esta «significación» no es una «significación». Precisamente se abre a cualquier significación. Hasta el punto de que no sería insensato decir que el «comunismo» no tiene una significación, va más allá de la significación: aquí, donde estamos”[3].
Otro autor, el canadiense Peter Hallward, nos explica que el comunismo es el “proyecto mediante el cual la acción voluntaria procura universalizar las condiciones para la acción voluntaria”[4]. Así, este “comunismo de la voluntad” es el que permitiría alinear una teoría revolucionaria con una práctica revolucionaria. El comunista parte así de la idea de que no hay camino, sino que el camino se hace al andar, una frase que también es recurrente en los teóricos del“Socialismo del siglo XXI.”
La académica y profesora de poesía, Judith Balso, nos dice que la hipótesis comunista ha sido la hipótesis de la política y que esta ha fracasado. Pero a continuación viene la parte interesante y es que a Judith Balso no le gusta hablar de fracaso, por lo que considera mejor hablar de “extravío”, vale decir, que esta hipótesis “no encontró el camino, en cuanto a sus auténticos objetivos: inventar una capacidad política que fuera liberadora, emancipadora y para todos”[5]. Lamentablemente (para Balso) las hipótesis e ideas no se extravían, sino que funcionan o no en la realidad y el fracaso de la “hipótesis comunista” en todos los países en que se la trató de implantar, no se debió a ningún extravío y errores de los grandes jerarcas, sino que se debió a que es una hipótesis errónea, tan errónea como la frenología, la alquimia, la homeopatía o el psicoanálisis lacaninao.
En realidad estos autores, que intentan revivir las ideas socialistas o comunistas, solamente levantan una industria académica sobre temas que son sin duda relevantes (pobrezas, desigualdades, ecología) pero que los abordan desde su campo académico particular, con un lenguaje e ideas ininteligibles y que, por lo demás, no ofrecen solución alguna los problemas que tratan. En suma, tratan de temas relevantes pero dan soluciones fracasadas. Independiente si estos y otros autores de la misma clase tiene ciertos “insights” interesantes, en realidad, desde mi punto de vista no son un aporte para temas que afectan a las sociedades en la actualidad. Los autores citados son pseudofilósofos del siglo XXI que intentan revivir una ideología moribunda. Cuando hablo de pseudofilosofías, las entiendo estas tal como las define Mario Bunge:
“Discurso que suena filosófico pero que no lo es ya por carecer de sentido, ser trivial o, estar completamente en desacuerdo con el grueso de conocimientos científicos o tecnológicos”[6].
Además tales autores mezclan problemas de importancia con “miniproblemas” que, como señala Bunge, son problemas cuya solución poco importa salvo para la promoción académica y la aprobación entre pares. Por lo demás mucha de la mala filosofía actual se caracteriza por sus falta de sistemismo, su inconsistencia, tanto interna como externa pero, peor aún, es que son dogmáticas, lo que significa que la “idea x” es inmune a la crítica y que, cualquier problema que surja producto de la “idea x”, es responsabilidad de aquellos que la aplicaron de manera incorrecta, ya que la “idea x” en sí es perfecta. El filósofo alemán Peter Sloterdijk consideraa Negri, Hardt y Žižek como “comunistas nostálgicos“. En palabras de Sloterdijk: “Esos autores, románticos recalcitrantes, siguen buscando esa pluralidad creadora en los márgenes inferiores supuestamente subversivos de la sociedad; siguiendo el obstinado prejuicio de que un nuevo «sujeto revolucionario« solo puede producirse a partir de la contradicción de los humillados y ofendidos frente a los «establecidos«”[7].
Llama aun más la atención las ideas expuestas en el libro de Gianni Vattimo y Santiago Zabal titulado “Comunismo hermenéutico” y con el no menos sorprendente subtítulo: “de Heidegger a Marx”[8]. Sabemos que, al parecer, Marx habría desechado la “interpretación del mundo” en favor de la “transformación” en la tesis 11 sobre Feuerbach (teoríaa vs praxis). Para los autores, tal rechazo no sería verdadero.
“Contrariamente a la mayoría de los intérpretes clásicos de Marx, nosotros no creemos que con esa afirmación estuviese desacreditando la hermenéutica, sino tan sólo manifestando que, para que funciones la interpretación, debe producirse una transformación”[9].
En relación al comunismo, los autores afirman:
“Si bien no podemos imaginar un mundo donde el comunismo se haya completado, tampoco podemos renunciar a este ideal como un principio regulador e inspirador de nuestras decisiones concretas”[10].
Los autores se preguntan la razón por la cual el comunismo continúa siendo “espectral” y si es posible que la hermenéutica sea capaz de renovar el potencial del comunismo en nuestro mundo. Luego comienzan con la jerga filosófica:
“La hermenéutica es similar al comunismo porque su verdad, el ser, y su necesidad son completamente históricas, es decir, no el producto de un descubrimiento teórico o una corrección lógica de errores anteriores, sino el resultado del final de la metafísica”[11].
Los autores conectan el final de la metafísica con el fin del eurocentrismo. Lo anterior explica no solamente las grandes guerras del siglo XX, sino que también las experiencias del comunismo soviético, por lo que los historiadores pueden darse por enterados de que las guerras mundiales y las masacres comunistas sólo responden a un fenómeno época: al declive de la metafísica. En otras palabras el quid para entender las catástrofes del siglo XX es la transición desde el “pensamiento fuerte” (metafísico) al “pensamiento débil”, (postmetafísico), en otras palabras, el fin de la racionalidad occidental universal. Los autores, a pesar de reconocer que no se puede justificar las acciones del Estado soviético, nos piden también recordar que esto fue una consecuencia de la Revolución de Octubre. En una curiosa versión de la historia y con un simplismo y uso de generalizaciones grotescas, los autores señalan que tal revolución surgió “de la resistencia al ataque de todo el mundo capitalista, es decir, de las llamadas democracias industriales, sumadas al fascismo y el nazismo”[12]. Pero a continuación los autores parecen justificar las acciones violentas de lo que denominan como “comunismo histórico”. Acerca de las connotaciones violentas del comunismo histórico escriben los autores:
“…nosotros creemos que tales connotaciones tenían una justificación, habida cuenta de las condiciones en que Lenin y Stalin tuvieron que gobernar, especialmente el segundo, con Hitler en el umbral, parecía ciertamente muy alejadas de las promesas de emancipación del comunismo”[13].
No hay espacio aquí para aclarar aspectos históricos que los autores ignoran o prefieren omitir. Debemos acaso comprender en la difícil situación en que se encontraba Stalin con “Hitler en el umbral”. Cabe preguntarse si los autores se refieren al período anterior o posterior al pacto de no agresión, intercambio de bienes, así como de intercambio de prisioneros , entre Stalin y Hitler. Por lo demás Stalin ya había asesinado a la mayor parte de sus camaradas y exterminado por medio del hambre a la población ucraniana, lo cual invita a preguntarse en que parte de estas acciones fue Hitler un factor determinante. ¿No considerarían también los autores justificar las acciones de Hitler debido a las “condiciones en que tuvo que gobernar”, es decir, con Stalin, Churchill y Roosevelt “en el umbral”?
Para estos autores existe una necesidad dejaratrás el “comunismo histórico” y llevar a cabo un “giro hermenéutico en el marxismo”. Vattimo y Zabala creen que existe una necesidad de un“comunismo espectral”, que por lo demás ellos, Vattimo y Zabala, y algunos otros intelectuales son capaces de advertir, a diferencia de la opinión pública que cree enterrado al comunismo, “hasta el punto de no advertir su presencia en forma de espectro”[14].
¿Existen alternativas al capitalismo en el siglo XXI? De acuerdo a los autores la respuesta es afirmativa. ¿Dónde podemos encontrar esa alternativa?: En el modelo bolivariano de Hugo Chávez en Venezuela, Evo Morales en Bolivia y Fidel Castro en Cuba . El libro de los autores fue publicado en español el 2012 cuando el presidente Chávez aún vivía. Para Vattimo y Zabala el “comunismo débil” no ha muerto ya que comenzó a crecer en Venezuela y Bolivia, y están constantemente bajo el ataque de intelectuales con el objetivo de desprestigiarlos y presentar a sus presidentes como dictadores. Así, los autores llaman a ignorar a la prensa occidental y a los intelectuales que critican a tales regímenes, ya que no son capaces de ver (como si pueden Vattimo y Zabala) el surgimiento del comunismo débil, diferente en sustancia al soviético y al de China actual.
Tenemos entonces que las medidas llevadas a cabo por estos líderes son un ejemplo del comunismo débil. De acuerdo a nuestros autores “las iniciativas de Chávez y las nacionalizaciones de Morales constituyen ejemplos paradigmáticos de comunismo débil”[15]. Los autores no explican en qué sentido las nacionalizaciones de Morales difieren de las nacionalizaciones efectuadas en el pasado, es decir, que particularidad tienen que merecen ser catalogadas como ejemplo paradigmático de comunismo débil. Respecto a Cuba, los autores señalan que se asemeja también al comunismo débil espectral, ya que ambos son capaces de resistir al mundo capitalista. ¿Y la falta de libertades en Cuba? La respuesta es simple: el embargo (o peor aún, el inexistente bloqueo).
Los autores comentan al respecto:
“Después de todo, las libertades que los cubanos han perdido en estos últimos años no son constitucionales, sino ocasionadas por las limitaciones impuestas a su economía por años de embargo estadounidense”[16].
Cualquier critica a estos regímenes debe ser descartada por ser mera reacción de laideología “capitalista”, “neoliberal”, “neoconservadora” o como quiera que se llame. El hecho es que el modelo político y económico adoptado de estos países es digno de ser imitado por los demás gobiernos. Chávez albergaba muchas esperanzas en los intelectuales de izquierda, que siempre estarán dispuestos apoyar a cualquier tonto útil que se levante en contra del “imperio estadounidense” (por ejemplo un Chomsky o actores y directores como Sean Penn, Michael Moore u Oliver Stone)
Terminemos con las siguientes palabras de los autores:
“El comunismo hermenéutico no es un discurso teórico que aspire simplemente a brindar perspectivas filosóficas sobre aquellas ideas de revolución o transformación radical de la sociedad que todavía logran pervivir en nuestro tiempo y nuestras imaginaciones. Más bien, se trata de una teoría capaz de poner al día el marxismo clásico y volver a hacer creíble la posibilidad efectiva del comunismo”[17].
[1] Analía Hounie, comp., Sobre la idea de comunismo, 149.
[2] Ibid., 153.
[3] Ibid.
[4] Ibid., 112.
[5] Ibid., 34.
[6] Mario Bunge, Diccionario de filosofía (México: Siglo XXI editores, 2005),192.
[7] Peter Sloterdijk, Fiscalidad voluntaria y responsabilidad ciudadana (España: Ediciones Siruela, 2014), 77-78.
[8] Gianni Vattimo y Santiago Zabala, Comunismo hermenéutico. De Marx a Heidegger (Barcelona: Herder Editorial, 2012).
[9] Ibid., 15.
[10] Ibid., 173-174.
[11] Ibid., 167.
[12] Ibid., 168.
[13] Ibid., 170.
[14] Ibid., 168.
[15] Ibid., 184-185.
[16] Ibid., 194.
[17] Ibid., 190.