Reflexiones sobre el Liberalismo (2) : la propiedad
La propiedad privada parece ser, en el socialismo y el marxismo, así como en la tradición útópica (Moro, Campanella), el verdadero pecado original, el mal absoluto por excelencia y el origen de todos los males existentes en la sociedad. Antes de entrar a examinar el tema de la propiedad desde la óptica liberal, revisemos brevemente la historia de este concepto valiéndome principalmente de la obra del especialista en historia rusa y profesor emérito de la universidad de Harvard, Richard Pipes[1]. Lo que afirma en este artículo es que la propiedad es una condición necesaria, aunque no suficiente, para que asegurar la libertades individuales y para la prosperidad material de un país.
Allí donde la propiedad privada no existe y pasa, por medio de la violencia, a manos de abstracciones como la “colectividad” o el “Estado”, tal sociedad estará destinada a desintegrarse y decaer materialmente. Comenzaré por lo tanto aclarando (no de manera exhaustiva) el concepto de propiedad. Posteriormente examinaremos la evolución de este concepto a lo largo de la historia y el mito de una supuesta “Edad de oro” donde marcada por la inexistencia de la propiedad privada y el predominio de una propiedad colectiva sobre los bienes. Tal narrativa nos dice que la propiedad privada es un mal que nunca debió haber existido, un mal artificial que vino a quebrar la armonía natural que existió en un pasado lejano (e inexistente). Por último, finalizaré con un examen sobre la visión que tienen algunos connotados intelectuales liberales y libertarios sobre el concepto de propiedad.
El concepto de propiedad
En primer lugar es necesario aclarar que la propiedad no debe ser entendida y reducida a la posesión de objetos físicos, bienes inmuebles, acciones, bonos, etc. Como señalaba James M. Buchanan, la propiedad no debía ser reducida a las dimensiones físico-espaciales, ni debía ponerse el énfasis solamente en su función normativa. Para James Madison, la propiedad no se refería únicamente a bienes o dinero, sino que también a la propiedad sobre mis opiniones y la libertad de comunicarlas, propiedad sobre mis capacidades y mi libertad para ejercerlas. Siguiendo a Richard Pipes y otros autores, el liberal considera la propiedad como un ingrediente indispensable de la prosperidad y la libertad. Ahora bien, la relación entre propiedad y libertad es compleja ya que el concepto de libertad es multidimensional[2].
Además se dan los casos en que la propiedad privada puede coexistir con un régimen autoritario. El capitalismo puede perfectamente coexistir con regímenes autoritarios en lo político, tal como fue el caso de la dictadura de Pinochet y el caso de China a partir de Deng Xiaoping, de ahí que no hay que confundir capitalismo con catalaxia. Pero lo que ciertamente no puede darse es un régimen de libertad sin propiedad privada. La tesis de Pipes y otros autores es que existe una conexión íntima entre las garantías públicas de la propiedad y la libertad individual. En su obra, Pipes desmonta aquella narrativa que señala que “en el principio era la propiedad comunitaria” y que posteriormente vendría aquel pecado origina, la propiedad privada. En palabras del historiador: “La noción de comunismo primitivo no tiene, de hecho, ninguna base: es simplemente el mito antiguo (y aparentemente indestructible) de la Edad de Oro, disfrazada con un lenguaje moderno pseudicientífico. La antropología no conoce ninguna sociedad en la que no hayan existido los derechos de propiedad”[3].
Antes de examinar brevemente la evolución del concepto de propiedad, aclaremos el significado de esta palabra. La RAE define la propiedad como “el derecho o la facultad de poseer alguien algo y poder disponer de ello dentro de límites legales”. Una segunda definición de la RAE: “Cosa que es objeto del dominio, sobre todo si es inmueble o raíz”. Una tercera definición de la RAE se refiere a la propiedad como un “atributo o cualidad esencial de alguien o algo”. En general las distintas definiciones hacen referencia al derecho o facultad de goce y disposición que una persona tiene sobre bienes determinados dentro del marco de la ley y sin perjudicar a un tercero.
En el Derecho Romano la propiedad se definía como el goce absoluto y pleno sobre un objeto o coda corporal. Que la propiedad fuese absoluta, exclusiva y perpetua. Los beneficios del derecho de propiedad de acuerdo al Derecho Romano eran: ius tendi (uso), ius furuendi (disfrute) y el ius abutendi (disposición). Richard Pipes distingue entre el concepto de “propiedad” y “posesión”. El segundo se refiere al control físico de activos materiales e inmateriales, pero sin título formal hacia ellos, de manera que se trata de una pertenencia de facto (de hecho) y no de iure (de derecho). Lo que diferencia la posesión temporal de la propiedad, escribe Pipes, es que esta última es un derecho que se reconoce por el Estado, por la costumbre, por la convención o por la ley. La propiedad puede ser puede ser de dos tipos: productiva (tierra, capital) y personal, es decir, destinada únicamente para usarse (ropa, vivienda). La propiedad abarcaría también todo lo que sería propio de una persona: su vida y su libertad.
Otra aclaración es que importante es que se puede disponer de dos tipos de propiedad: colectivamente y privadamente. En cuanto a la propiedad colectiva, Pipes señala que esta se confiere conjuntamente a todos los miembros de la comunidad, pero esta comunidad en realidad no dispone de ella ni tampoco tiene derechos sobre ella. En cuanto a la propiedad privada, esta pertenece a un individuo, una familia o a una asociación de individuos. Para Pipes la “propiedad comunista” es una contradicción de términos “en tanto que la ‘propiedad’ pertenece al dominio de la ley privada, mientras que en el comunismo, el Estado, una institución pública, es el dueño exclusivo de todos los activos productivos en su condición de autoridad soberana”[4].
De acuerdo con John Locke la propiedad surgía cuando un individuo dedicaba sus esfuerzos a trabajar objetos que no pertenecían a nadie. Lo anterior hace referencia a la teoría de que el origen de la propiedad material radica en el trabajo. Como explica Pipes, algunos autores afirman que Locke utilizó el término “propiedad” en dos sentidos: activos materiales (bienes) y derechos generales. Para Pipes, Locke utiliza el término de forma coherente en su segunda acepción, tal como el propio Locke afirmó: la propiedad que los seres humanos tienen sobre sus personas y sobre sus bienes, vale decir, “vida, libertades y patrimonio”. En el capítulo V (Sobre la propiedad) de su “Ensayo sobre el gobierno civil”, escribe Locke:
“Aunque la tierra y todas las criaturas inferiores sean a todos los hombres comunes, cada hombre, empero, tiene una ‘propiedad’ en su misma ‘persona’. A ella nadie tiene derecho alguno, salvo él mismo. El "trabajo" de su cuerpo y la ‘obra’ de sus manos podemos decir que son propiamente suyos. Cualquier cosa, pues, que él remueva del estado en que la naturaleza le pusiera y dejara, con su trabajo se combina y, por tanto, queda unida a algo que de él es, y así se constituye en su propiedad. Aquélla, apartada del estado común en que se hallaba por naturaleza, obtiene por dicho trabajo algo anejo que excluye el derecho común de los demás hombres. Porque siendo el referido ‘trabajo’ propiedad indiscutible de tal trabajador, no hay más hombre que él con derecho a lo ya incorporado, al menos donde hubiere de ello abundamiento, y común suficiencia para los demás”.
Como indiqué más arriba, en su obra Pipes rechaza la idea de una supuesta edad donde la propiedad era de todos o poseída colectivamente, y que luego, en algún momento de la historia, se produjo el advenimiento de la propiedad privada, comenzando así todos los males sociales como la pobreza, desigualdad, etc. El otro punto de Pipes es que existe una íntima conexión entre propiedad privada, libertad individual y prosperidad. Por último Pipes señala que el “deseo de adquirir es un fenómeno universal, tanto en animales como en seres humanos, niños y adultos, pueblos primitivos y sociedades avanzadas. Como habría señalado el músico Frank Zappa: “Communism doesn’t work because peopole like to own staff”.
La “Edad de oro” y la propiedad privada
¿De dónde viene entonces el odio por parte de utopistas, comunistas, socialistas y marxistas a la propiedad privada? Pipes distingue cuatro fuentes de odio. La primera es un argumento político que dice que la propiedad, debido a la desigualdad que genera en la sociedad, genera intranquilidad social. El segundo argumento es moral y señala que la propiedad es injusta y que muchos poseen propiedad que no es fruto de su trabajo. El argumento psicológico señala que la propiedad que la propiedad corrompe la personalidad y la infecta con avaricia. Por último, el argumento económico dice que la propiedad privada genera un clima de enfrentamiento o competencia destructiva, no fomentando así el altruismo y la cooperación.
Señalé que Pipes desmonta la narrativa que señala que en el principio existía la propiedad colectiva y que la vida de los seres humanos era armónica y pacífica. Esta imagen más que describir una situación real de las condiciones de vida de las sociedades humanas es más bien un escenario ideal que no ha existido, es lo que se conoce como la “Edad de oro”. Tenemos que Ovidio (43 a.e.c-17 e.c) en su “Metamorfosis”, relata la historia que va desde la creación hasta Julio César. Ovidio, como otros autores (Hesíodo por ejemplo) hace referencia a una edad de oro que se caracteriza, como señala Jacques Le Goff, por ser un régimen anárquico, sin poder, sin leyes y sin propiedad privada.
También caracterizan a esta edad el predominio de la paz, la ausencia de comercio y de viajes, el arcaísmo tecnológico, el vegetarianismo y una moral de inocencia primitiva. Otro personaje que podemos citar es Virgilio (70 a.e.c-19 e.c) que en las Geórgicas, describe también acerca de la eventualidad y la inminencia de un retorno a la edad de oro. La visión de la edad de oro de Virgilio es la de un lugar donde ningún agricultor tenía tierras, en donde marcar los límites de la tierra era considerado malo, donde los hombres trabajaban por el bien común y por último, donde la propia tierra, sin amarras, era más fructífera. En palabras de Le Goff:
“Virgilio ofrece en la edad de oro una descripción vecina a las ya mencionadas. La paz reinará, las bestias salvajes fraternizarán con los animales domésticos, las serpientes y las yerbas venenosas desaparecerán, los campos y los bosques abundarán de mieses, fruta y miel. No obstante, permanecerán todavía algunas trazas de las imperfecciones de las edades precedentes, los hombres navegarán otra vez, construirán bastiones y trabajarán la tierra. Pero pronto no habrá ya necesidades de naves, porque cada país producirá todo en abundancia, no habrá ya necesidad de trabajar la tierra, no habrá ya necesidad de materias colorantes porque los felinos y los corderos tendrán lanas coloreadas”[5].
Platón afirmaba que en su sistema social ideal los hijos serán comunes y ni el padre conocería a su hijo ni el hijo a su padre. Ahora bien, s diferencia del comunismo de Platón, el de los socialistas utópicos, marxista y soviético no se aplicaría sólo a las elites, sino que a la masa entera de la población. Entre los espartanos, específicamente el legislador Licurgo, también se planteaba la prohibición del comercio, la condena de la propiedad privada y la prohibición del uso del oro y la plata en los intercambios. Le Goff recuerda el país de Cucaña, un país mitológico del cual se hablaba durante la Edad Media. Este se caracterizaba por su carácter campestre, donde los artesanos y comerciantes dan todo por nada y en donde reina la abundancia.
Le Goff cita las palabras del filólogo e historiador rumano, Alejandro Cioranescu (1911-1999) quien describe a este país como una verdadera orgía de la fantasía, donde existen arroyos de leche y miel, donde las ocas asadas volaban hasta la boca del consumidor y donde los lechoncitos corrían por la calle con el cuchillo ya clavado en el lomo. Cucaña se caracteriza también por ser un lugar donde no existe el trabajo ni el esfuerzo. Al respecto escribe Cioranescu: “Para el problema del trabajo se había descubierto una solución tan radical como posible en la leyenda del país de Cucaña…A pesar de que la sobreabundancia sea el aspecto más vistoso del país de Cucaña, la ley fundamental no es aquella que ordena llenarse el vientre, sino aquella que obliga a hacerlo sin trabajar…De todo el contenido del relato, esta fantasía constituye sin duda el rasgo materialista más decididamente anticristiano”[6]
El punto es que existe un milenaria tradición de escritores utópicos que, entre otras cosas, tienen en común su hostilidad hacia la propiedad, por lo que en sus sistemas ideales la propiedad se presenta como una de tipo colectiva. Esto lo vemos en “Los trabajos y los días” de Hesíodo, la República de Platón, Virgilio, o Ovidio, Tomás Moro y otros autores. Esta idea tiende a revivir cada cierto tiempo tal como sucedió con el descubrimiento de América por Colón o por los hippies en el siglo XX. Algunos incluso gustan de presentar a Jesús (y el cristianismo) como un socialista, enemigo de la propiedad privada. Pero tenemos que el octavo mandamiento (“no robarás”) y el décimo mandamiento (“no codiciarás bienes ajenos) dejan claro que la propiedad estaba protegida “desde lo alto”. Tenemos también a Abraham y Lot quienes, para poner fin a sus querellas, decidieron dividir sus ovejas y a establecer los derechos respectivos sobre parte de la tierra.
Un siglo crucial para Pipes fue el siglo XVIII, específicamente en Francia. De acuerdo al historiador fue en este siglo y en aquel lugar donde “el ataque a la propiedad comenzó en serio”. El mito de la edad de oro nuevamente se apoderó de la imaginación de algunos intelectuales, como fue el caso de Jean-Jacques Rousseau. Fue el ginebrino quien señaló quién al comienzo de la parte segunda de su Discurso sobre el origen de la desigualdad lo siguiente: “El primero que, habiendo cercado un terreno, descubrió la manera de decir: Esto me pertenece, y halló gentes bastante sencillas para creerle, fue el verdadero fundador de la sociedad civil”. Comienza a ganar terreno aquella narrativa que nos dice que la propiedad privada es un robo, es decir, su génesis misma se basa en el robo, la apropiación ilícita y en la violencia, de ahí que no exista injusticia en querer expropiarle parte o toda su riqueza ya que solamente se estaría contraexpropiando. El filósofo alemán Peter Sloterdijk escribió al respecto lo siguiente:
“El mito rousseauniano de la sociedad burguesa a partir de la ocupación de terreno no ha perdido su vigencia entre los lectores de la modernidad política. A Marx le impresionó tanto el esquema del cercamiento originario que decidió remitir toda la historia temprana del «capitalismo», la llamada acumulación primera, a la arbitrariedad delictiva de algunos latifundistas británicos, a quienes se les ocurrió cercar grandes superficies de terrenos y dejar que allí pastaran grandes rebaños…Si desarrolló en lo sucesivo su teoría del modo de economía movida por el capital en forma de una «crítica de la economía política» fue sobre la base de la sospecha inspirada por Rousseau de que toda economía se basa en presupuestos preeconómicos arbitrarios: precisamente en aquellas iniciativas violentas de cercamiento, de las que, a través de numerosos pasos intermedios, surgió el ordenamiento actual de propiedad de la sociedad burguesa”[7].
En tal idea se fundamentaría lo que Sloterdijk denomina como el “hábito moderno”, que es propio, pero no exclusivo, del marxismo y es la falta de respeto por el orden vigente y por el “más burgués de los derechos”: el derecho a la inviolabilidad de la sociedad. En síntesis la idea básica de Sloterdijk es que este pecado original o robo originario por parte de unos pocos, puede ser subsanado por un contrarobo moralmente justificado. El sistema económico y las relaciones económicas constituyen un juego de suma cero donde los ricos sólo han podido enriquecerse a costa del empobrecimiento de una gran parte de la población.
Otra idea que rondaba en aquella época, derivada de la idea de tábula rasa de Locke, pero tal tabula rasa no se aplicaba sólo a la mente de las personas, sino que también a la sociedad en su conjunto. Los defensores de la tábula rasa creían que el ser humano era una mera hoja en blanco que podía ser fácilmente manipulable y que la “naturaleza humana” y la biología no tenían ningún papel relevante. En palabras de Pipes: “…no existía la naturaleza humana como tal: sólo existía la conducta humana y se formaba a partir del entorno social e intelectual. La tarea del filósofo era diseñar un sistema social que hiciera virtualmente imposible la depravación de los seres humanos. Una vez que se aceptó este criterio…no hubo límite teórico a la manipulación del ambiente social e intelectual en la búsqueda de la perfectibilidad humana”.
Este es un punto importante ya que los distintos regímenes socialistas que existieron creyeron poder llevar a cabo una suerte de ingeniería social donde podrían construir a un individuo nuevo, siempre y cuando se creara un ambiente y se proporcionaran los estímulos adecuados que ayudasen a alcanzar tal propósito. La doctrina de la “tábula rasa” y el interminable debate entre lo “innato”, es decir, los factores genéticos y hereditarios por un lado, y lo adquirido”, vale decir, lo que no es hereditario ni genético, como la enseñanza familiar, escolar, universitaria o influencia de los medios de comunicación, constituye una tesis epistemológica que se traduce en que cada individuo nace con la mente vacía, es decir, sin cualidades innatas. Esta idea se encuentra presente en las políticas implementadas por los regímenes que se autoproclamaron como socialistas.
Todos tenían un molde humano predeterminado al que tenían que amoldarse las personas, ya sea el “hombre nuevo” de Guevara o el “hombre comunista” y “hombre del futuro” de Trotsky. Este ideal llegó a tal punto que el novelista y sociólogo Alexander Zinóviev (1922-2006) realizó una sátira a través del su libro “Homo Sovieticus”. Sabemos que a la larga, ni los comunistas, ni los nazis, pudieron coactivamente diseñar ni al “hombre comunista” ni al “Übermensch”. Podemos actualizar este debate a propósito del polémico libro de Steven Pinker: “La tabla rasa. La negación moderna de la naturaleza humana”. El ser humano, a diferencia de como creía y Marx y sus discípulos, no era una tabla rasa. De acuerdo a Pinker, los marxistas, a diferencia de los nazis, se opusieron a la idea de herencia genética y a la idea de una naturaleza humana enraizada en la biología.
En palabras de Pinker la naturaleza humana para Marx consistía "únicamente en las interacciones de los grupos de personas con su medio material en un periodo histórico, y cambia constantemente a medida que las personas cambian su medio y a la vez son cambiadas por este. Por consiguiente, la mente no tiene una estructura innata, sino que emerge de los procesos dialécticos de la historia y la interaccion social"[8]. Tal fue la mentalidad de los seguidores comunistas de Marx, que consideraban al ser humano como una materia prima que podía moldearse a voluntad del régimen. Si se quería regresar a la Edad de oro entonces había que modificar el entorno en el que habitaban las personas, y el primer mal que había que erradicar, ya que generaba pobreza, desigualdad y promovía el egoísmo y la competencia, era la propiedad privada.
En las dictaduras y más aún en los regímenes totalitarios como los comunistas, la propiedad privada, entendida en su sentido amplio, es la primera víctima. Pero desde el punto de vista de Marx, la libertad y propiedad privada no pueden coexistir. Sólo con el advenimiento del comunismo y la abolición de la propiedad privada así la economía política burguesa, se puede poner fin a la explotación del hombre por el hombre y a la alienación humana. En el tercer manuscrito escribe un Marx:
“La superación positiva de la propiedad privada como apropiación de la vida humana es por ello la superación positiva de toda enajenación, esto es, la vuelta del hombre desde la Religión, la familia, el Estado, etc., a su existencia humana, es decir, social”[9].
Como explica Pipes, el comunismo nació en el siglo XVIII, de la aparición del capitalismo industrial y las desigualdades que trajo consigo. Además de ser hijo del siglo XVIII el comunismo fue además una creación de intelectuales de la época que querían reencontrar la edad de oro, querían establecer el país de cucaña. Tal tradición de “neoutopistas” dio a luz a personajes como Babeuf, Godwin, Owen, Fourier, Saint-Simon, Marx, Engels y otros. El supuesto socialismo científico de Marx es totalmente absurdo ya que es una mera pseudociencia disfrazada de ciencia.
“A pesar de todas sus afirmaciones en relación con la utilización de una metodología científica, estudiaron el problema de forma muy parecida a la de sus precursores: esto es, construyeron un modelo teórico de la sociedad ante la aparición de la sociedad y después describieron (a partir de conocimientos mínimos, tanto de antropología como de historia, temas en los que eran bastante ignorantes) como debía haber evolucionado la propiedad. El esquema era abstracto (metafísico), aunque la inyección de un vocabulario extraído de la economía, la sociología y la psicología le daba la apariencia de ser un esquema más científico que el que presentaban las teorías anteriores. Su punto de vista estaba enraizado no en la evidencia empírica, sino en la visión romántica de la ‘hermandad’ de la humanidad: su pathos era el de la Oda a la alegría de Schiller”[10].
Propiedad privada desde la óptica liberal
Para Ludwig von Mises sólo existían dos formas distintas de organizar la cooperación humana dentro de la sociedad: la que se basa en la propiedad privada de los medios de producción y la que se basa en la propiedad colectiva de los medios de producción. Al primero Mises lo denomina liberalismo y al segundo lo denomina socialismo. De acuerdo al economista austriaco el programa liberal podía resumirse en el concepto de “propiedad privada de los medios de producción” y todas las reivindicaciones específicas del liberalismo se derivaban de tal postulado fundamental. Por su parte, Pascal Salin (más cercano al anarcocapitalismo) explica que los derechos de propiedad no conciernen a las relaciones humanas y las cosas, sino que a las relaciones entre los propios seres humanos.
Como bien señala el autor el tema en torno a la propiedad no radica en si debe haber o no propiedad privada, sino que en plantear si los derechos de propiedad se definen de manera óptima. De acuerdo a Salin la única apropiación legítima de los recursos es la que ejerce quien los crea. En una sociedad sin coacción sólo existían tres maneras de llegar a ser propietario de un recurso: creándolo uno mismo, cambiando uno propio por otro y por regalo o donación. De acuerdo al anterior, Salin afirma que verdadero debate no debe centrarse en la existencia o no de los derechos de propiedad, sino en cómo deben definirse y transmitirse. El economista francés se basa en las ideas del “primer ocupante” y el de la apropiación fruto del trabajo creativo. El derecho de propiedad, continúa explicando Salin, es inherente a la naturaleza humana de manera que no se deben disociar ambos conceptos (propiedad y naturaleza humana) . Otro punto de autores como Salin es que existe un estrecho vínculo entre propiedad privada y libertad, así como la protección de la segunda. En palabras de Hayek:
“Ahora bien, en la sociedad moderna, el requisito esencial para la protección del individuo contra la coacción no consiste en la posesión de bienes, sino que los medios naturales que le permiten proseguir cualquier plan de acción no se hallen todos bajo el control exclusivo de cualquier otro agente”[11].
Hayek consideraba la propiedad como una forma de protección frente a la coacción, aunque no era la única. Basándose en las palabras de Lord Acton escribe el austriaco: “Se ha admitido desde tiempo inmemorial que ‘un pueblo contrario a la institución de la propiedad privada carece del primer elemento de la libertad’ y que ‘nadie tiene libertad para atacar la propiedad privada y decir al mismo tiempo que aprecia la civilización”[12]. Ludwig von Mises considera la propiedad privada también una garantía contra la coacción de cualquier entidad: dictador, demagogo o el Estado. Escribe Mises:
“Todos los que tienen poder político, todos los gobiernos, todos los reyes y todos los regímenes republicanos han mirado siempre con recelo a la propiedad privada. En cualquier poder político se halla presente la tendencia a exceder sus propios límites y a extender lo más posible el ámbito de su propia influencia. Controlarlo todo, no dejar ningún espacio en que las cosas puedan desenvolverse libremente sin la intervención de la autoridad…Para él (el gobernante) la propiedad privada representa un obstáculo en su camino. La propiedad privada crea una esfera en la que el individuo está libre de la injerencia del Estado, pone límites a la actuación de la voluntad autoritaria y permite que junto y contra los poderes políticos surjan otros poderes. La propiedad privada se convierte así en la base de toda iniciativa vital libre de la injerencia del poder político, el terreno en el que germinan las semillas de la libertad y en el que hunden sus raíces las autonomía del individuo y, en último análisis, todo desarrollo de la vida espiritual y material”[13].
Continúa explicando Mises que para el gobernante no resulta fácil atacar los derechos de propiedad de las personas, aunque ha utilizado frecuentemente distintas estrategias para lograr este cometido. Por ejemplo, Mises destaca una estrategia utilizada en la actualidad por los socialistas chapistas en Venezuela que consiste en utilizar a las masas para enemistarlas con los propietarios de los medios de producción. Escribe Mises: “…las monarquías absolutas, los déspotas, y los tiranos de toda calaña han pensado siempre aliarse con el ‘pueblo’ contra las clases propietarias…También el Estado autoritario prusiano de los Hohenzollern hizo suya la idea que LaSalle introdujo en la política en la política alemana durante la lucha constitucional, es decir, la idea de conquistar las masas obreras para la lucha contra la burguesía mediante una política de intervencionismo estatal”[14].
Hayek, basándose en los trabajos del antropólogo Bronisław Malinowski (1884-1942), afirma, al igual que Pipes, que la propiedad privada a acompañado al ser humano desde hace cientos de años. Hayek cita las siguientes palabras del antropólogo:
“…la propiedad privada aparece ya muy definidamente en niveles primitivos”…y que “las raíces de la propiedad como principio legal que determina las relaciones físicas entre el hombre y el medio natural y artificial que le rodea son los requisitos esenciales en cualquier acción ordenada en el sentido cultural”[15].
La Escuela Austriaca de Economía añade además que sin propiedad privada es imposible que funcione una economía y sería imposible llevar a cabo el cálculo económico. El economista de la Universidad de George Mason, Peter Boetkke, resume de la siguiente manera el argumento de Mises[16]:
1-Sin propiedad privada de los medios de producción, no existirá un mercado para los medios de producción.
2-Sin un mercado de los medios de producción, no existirán precios monetarios para los medios de producción.
3-Sin precios monetarios que reflejen las escasez relativa de los bienes de capital, los responsables de tomar las decisiones económicas no podrán calcular racionalmente los usos alternativos de los bienes de capital.
4-Lo anterior se resume en los siguiente: en ausencia de propiedad privada de los medios de producción, no es posible llevar a cabo el cálculo económico de manera racional.
Boettke explica que, junto a lo anterior, Mises esgrime otros argumentos contra el socialismo que involucran la propiedad privada y los incentivos, el rol economizador de los precios monetarios, el ambiente político-institucional y la cuenta de las pérididas y ganancias. Tenemos que cuando hablamos de cálculo económico, nos referimos a un juicio estimativo que realiza una persona sobre el valor que tienen los recursos económicos en un mundo caracterizado por la complejidad y el dinamismo.
En una economía donde los medios de producción son propiedad del Estado, en donde no existe el mercado, en donde la propiedad ha sido abolida, en donde la función empresarial ha sido eliminada y en donde las decisiones son tomadas por un grupo de burócratas, el cálculo económico es imposible. No importa cuantos burócratas estén a cargo o si disponen de los ordenadores más modernos que uno pueda imaginar, tal sociedad está condenada a marchitarse. Un economía sin mercado es un mundo de ciegos, ya que los preciso dejan de cumplir su función de señales que proporcionan información a los agentes económicos (productores y consumidores).
En resumen, la manera de destruir rápidamente una sociedad es expropiando y estatizando la propiedad existente, es decir, prohibiendo la propiedad privada. Economistas como Douglas North, David Landes, Daron Acemoglu y James Robinson en sus estudio sobre las causas de la prosperidad de las naciones enfatizan la importancia no sólo del respeto de los derechos de propiedad para la prosperidad de los países, sino que también que el poder político se encuentra distribuido extensamente, es decir, que no se encuentra concentrado en unas pocas manos. En suma: respeto a la ley, garantizar la propiedad privada, innovación tecnológica, transparencia política.
Finalicemos con las siguientes palabras del político norteamericano Ron Paul:
“La privacidad es la esencia de la libertad. Sin ella, no pueden existir los derechos individuales. Privacidad y propiedad están entrelazadas. Si se protegieran ambas, poco habría que decir acerca de otras libertades civiles. Si la casa, iglesia o negocio propios son nuestro castillo y la privacidad de una persona, de sus papeles y efectos, está rígidamente protegida, todos los derechos deseados en una sociedad libre estarán garantizados. Proteger diligentemente el derecho a la privacidad y la propiedad garantiza la experiencia religiosa, periodística y política, así como una economía de libre mercado y una moneda fuerte. Una vez aparece una actitud descuidada con respecto a la privacidad, todos los demás derechos están en peligro[17]”.
Artículos complementarios
1/4-Reflexiones sobre el Liberalismo (por Jan Doxrud)
2/4-Reflexiones sobre el Liberalismo : la propiedad (por Jan Doxrud)
3/4-Reflexiones sobre el Liberalismo: colectivismo e individualismo (por Jan Doxrud)
4/4-Reflexiones sobre el liberalismo: emprendedores, empresario y empresa (por Jan Doxrud)
1) Libro: La historia olvidada del liberalismo de Helena Rosenblatt (por Jan Doxrud)
2) Libro: La historia olvidada del liberalismo de Helena Rosenblatt (por Jan Doxrud)
3) Libro: La historia olvidada del liberalismo de Helena Rosenblatt (por Jan Doxrud)
4) Libro: La historia olvidada del liberalismo de Helena Rosenblatt (por Jan Doxrud)
5) Libro: La historia olvidada del liberalismo de Helena Rosenblatt (por Jan Doxrud)
1/4-¿Qué es la Libertad? (por Jan Doxrud)
2/4-¿Qué es la Libertad? La libertad socialista (por Jan Doxrud)
3/4-¿Qué es la libertad? (por Jan Doxrud)
4/4-¿Qué es la Libertad y el Liberalismo? (por Jan Doxrud)
En busca del Neoliberalismo (1): ¿De qué estamos hablando? (por Jan Doxrud)
En busca del Neoliberalismo (2): Los 13 Mandamientos (por Jan Doxrud)
En busca del Neoliberalismo (3): Más interpretaciones (por Jan Doxrud)
En busca del Neoliberalismo (4): El análisis de Michel Foucault (por Jan Doxrud)
En busca del Neoliberalismo (5): ¿Un nuevo liberalismo? (por Jan Doxrud)
[1] Richard Pipes, Propiedad y libertad. Dos conceptos inseparables a lo largo de la historia (España: FCE, Turner, 2002),
[3] Richard Pipes, op. cit., 158.
[4] Ibid., 20.
[5] Jacques Le Goff, El orden de la memoria. El tiempo como imaginario (España: Ediciones Paidós Ibérica, 1991), 26.
[6] Jacques Le Goff, El orden de la memoria, 41.
[7] Ibid., 82.
[8] Steven Pinker, La tabla rasa. La negación moderna de la naturaleza humana (España: Editorial Paidóis, 2003) 235-236
[9] Karl Marx, Manuscritos Económicos y filosóficos de 1844 (Tercer manuscrito) Marxist Internet Archive (Documento en línea: https://www.marxists.org/espanol/m-e/1840s/manuscritos/man3.htm)
[10] Ibid., 80.
[11] Friedrich Hayek, Los fundamentos de la libertad (España: Unión Editorial, 2008), 186.
[12] Ibid.
[13] Ludwig von Mises, Liberalismo (España: Unión Editorial, 2007), 106-107.
[14] Ibid., 108.
[15] Friedrich Hayek, op. cit., 186..
[16] Peter Boettke, Calculation adn Coordination. Essays on socialism and transicional political economy (Great Britain: Routledge, 2001), 31.
[17] Ron Paul, “La propiedad privada es la esencia de la libertad, Mises Hispano, 14 de octubre de 2013 (artículo en línea: http://www.miseshispano.org/2013/10/la-propiedad-privada-es-la-esencia-de-la-libertad/)